Los impuestos devengados y los ingresos tributarios
En 2018 los impuestos devengados crecieron un 5,7% (6,1% si solo se incluyen las cuatro figuras principales; Cuadro 1.4). Tanto en uno como en otro caso el crecimiento es muy parecido al registrado en 2017 (5,9% para el total y 5,8% para las principales figuras). El aumento de los impuestos devengados es similar al que registraron los ingresos tributarios, una vez eliminado en 2017 y 2018 el impacto de la implantación del SII (5,4%). Esto indica que las diferencias ocasionadas por el distinto momento del registro de los ingresos (el periodo de devengo en el primer caso y el de ingreso o devolución en el segundo) apenas tuvieron influencia, en términos agregados, en 2018, como se puede apreciar en el Gráfico 1.16 que ilustra el proceso de generación de los ingresos tributarios desde la base imponible.
El IRPF devengado creció en 2018 un 5,3%, por debajo del 6,2% del año anterior (Cuadro 2.1). Dada la estabilidad del tipo efectivo, el crecimiento obedeció exclusivamente a la favorable evolución de las rentas. El menor aumento del impuesto devengado en comparación con 2017 es consecuencia del impacto negativo, señalado en el apartado anterior, provocado por la extensión de las deducciones familiares. Este hecho explica también la diferencia en 2018 entre la variación del impuesto total (5,3%) y sin cuota diferencial ni deducciones familiares (6,3%).
El principal componente del impuesto, las retenciones sobre las rentas del trabajo, crecieron en 2018 un 6,5% (en 2017, 4,5%). Es la misma tasa que se registró en los salarios (Cuadro 2.3) y que, como novedad en 2018, provino no sólo del aumento del empleo, sino también del incremento del salario medio y de la subida del tipo efectivo que llevó aparejada. Por su parte las retenciones sobre pensiones crecieron un 6,7% (5,3% en 2017). El crecimiento del tipo que en los años más recientes explicaba más de la mitad del crecimiento de las retenciones, en 2018 estuvo limitado por la ampliación de la reducción por rendimientos del trabajo que favoreció a las pensiones más bajas, pero, a cambio, la subida aprobada en los Presupuestos propició un aumento significativo de las bases.
En 2018 los ingresos tributarios por IRPF se elevaron hasta los 82.859 millones de euros, un 7,6% más que en 2017. La discrepancia que se produce entre el crecimiento del impuesto devengado y el de los ingresos se justifica por la declaración anual que incluye cada medida. En el impuesto devengado se suma la declaración de 2018 a liquidar en 2019 y que, como se ha visto, se espera tenga peores resultados que en 2017 por el aumento de las deducciones familiares, mientras que los ingresos contienen los resultados de la declaración de 2017 presentada en 2018 y que aportaron casi 1.000 millones de euros al crecimiento de la recaudación.
Se prevé que el Impuesto sobre Sociedades devengado crezca en 2018 un 15,1% (11,1% sin la cuota diferencial que se presentará en julio; Cuadro 3.1). El componente principal del impuesto son los pagos fraccionados que crecieron un 11,9% en 2018. El comportamiento de estos pagos fue muy distinto en los diferentes colectivos de contribuyentes (Cuadro 3.2). En las Grandes Empresas y grupos consolidados, que tributan de acuerdo a sus beneficios, el aumento de los pagos alcanzó el 13,5% (18,3% en grupos y 5,4% en las empresas no pertenecientes a grupos), muy por encima de lo conseguido en 2017. La mejora se produjo de forma muy concentrada en los grupos y, en particular, en un número reducido de los mismos; en el resto de empresas el crecimiento de 2018 fue inferior al de 2017. Hay que destacar, además, el aumento de la aportación del pago mínimo en estos resultados. Por su parte, los pagos en las pymes (que tributan según la última cuota anual presentada) crecieron un 2,3%, lo que supuso una fuerte contracción respecto al crecimiento de los tres años anteriores.
Los ingresos tributarios crecieron hasta los 24.838 millones, un 7,3% más de lo recaudado en 2017. La diferencia con respecto al impuesto devengado es consecuencia del adelantamiento del ritmo de realización de las devoluciones. Si se corrige ese elemento, el crecimiento de los ingresos sería del 12,8%, cifra más próxima al devengo.
En términos de caja, los dos elementos determinantes en 2018 fueron la evolución de los pagos fraccionados comentada anteriormente y el aumento del 14,1% de las devoluciones (Cuadro 7.2). Hay que recordar que estas devoluciones no se derivan de la actividad en el año, sino que están ligadas a declaraciones y liquidaciones de ejercicios anteriores.
El IVA devengado creció en 2018 un 5,6%, el mismo incremento que mostró el gasto sujeto (Cuadro 4.1). En 2018 hubo cambios en algunos tipos, pero su repercusión sobre el impuesto en su conjunto es marginal.
Los ingresos tributarios en el IVA ascendieron a 70.177 millones, un 10,3% más que en 2017 (Cuadro 4.2). Las cifras están afectadas por el impacto del SII. Si se corrige, el crecimiento sería del 3,7%. La diferencia entre el devengo y la caja se produjo, principalmente, por dos razones: el elevado volumen de devoluciones realizadas correspondientes al año anterior y a los ajustes con los territorios forales, y el descenso de los ingresos de períodos anteriores (consecuencia de los cambios en la gestión de aplazamientos que tuvieron lugar en 2017 y cuyos efectos se arrastraron en 2018).
Los Impuestos Especiales devengados crecieron un 1,9% en 2018, frente al 0,2% de 2017 (Cuadro 5.1). Como se ha señalado al hablar de las bases, el repunte no se explica tanto por la positiva evolución de los consumos, como por el irregular comportamiento que tuvieron los mismos en 2017, en particular en tabaco y alcohol. En el impuesto devengado en Hidrocarburos, la figura de mayor peso en el conjunto de estos impuestos, el crecimiento en 2018 fue del 1,8%, por debajo del 2,6% logrado en 2017 (Cuadro 5.4). La causa del menor crecimiento fue el descenso del consumo de gas natural (descenso asociado en su mayor parte a la menor utilización del mismo en la generación de energía eléctrica), y, en el último tramo del año, a la supresión del impuesto para este producto y para el gasóleo y el fuelóleo con el mismo fin introducida por el RDL 15/2018. En los productos de mayor consumo, gasolinas y gasóleos, el crecimiento en 2018 fue parecido al del año anterior (2,4% y 2,1%, respectivamente), aunque el resultado se obtuvo, sobre todo, por el aumento de cerca del 5% en el gasóleo de calefacción, más volátil y menos ligado a la actividad general de la economía. El Impuesto sobre Labores del Tabaco creció un 2,4% (-4,8% en 2017; Cuadro 5.5). La irregularidad de la serie perturba el diagnóstico que se puede hacer de esta figura en la que el consumo y el impuesto devengado están prácticamente estabilizados desde 2013 con 2.100 millones de cajetillas y 6.600 millones de euros al año. El Impuesto sobre la Electricidad devengado aumentó un 4,4% en 2018, casi 3,5 puntos más que en 2017 (Cuadro 5.6). La mayor parte del crecimiento se debió a las irregularidades que se produjeron en mayo de 2017 en la facturación de algunas empresas, lo que hace que parezca que el consumo creció en 2018 más de lo que realmente lo hizo. El Impuesto sobre el Carbón registró una fuerte disminución del 15,1% (Cuadro 5.7) al compararse con el elevado nivel de ingresos que se había alcanzado en el impuesto en 2017 coincidiendo con los problemas de sequía y la utilización del carbón como sustituto de las fuentes hidrográficas. Aun con todo, y con una perspectiva más amplia, los ingresos de 2018 fueron solo algo más bajos que la media de 275 millones anuales del periodo 2014-2017. Finalmente, en los impuestos sobre el alcohol los ingresos crecen en conjunto un 1,8% (0,5% en 2017) por la recuperación en Alcohol y Bebidas Derivadas y a pesar de la desaceleración en los consumos de cerveza (Cuadros 5.2 y 5.3).
En 2018 los ingresos tributarios por Impuestos Especiales sumaron un total de 20.528 millones, lo que supuso un 1,1% más que en 2017. Las pequeñas diferencias con el devengo, concentradas especialmente en tabaco y alcohol, son consecuencia todavía de los desplazamientos a 2017 de los ingresos devengados en los últimos meses de 2016, tras la subida de tipos de entonces.
El resto de las figuras tributarias distintas de las cuatro principales supuso unos ingresos de 10.284 millones, un 4,8% más que en 2017. Prácticamente todo el incremento se debe al Impuesto sobre la Renta de los No Residentes. En 2018 sus ingresos registraron un crecimiento del 17,2% que se explica por la evolución de las rentas sujetas a retenciones (sobre todo por la mejora de los dividendos) y por el resultado de la declaración anual (Cuadro 6.1). En el aspecto positivo también destacaron los impuestos medioambientales del Capítulo I (3,6%) y los Otros ingresos del Capítulo III (6,4%). En la parte negativa, hay que señalar la caída de los ingresos por Tasas (-11%; Cuadro 6.5) como consecuencia, fundamentalmente, del descenso de los ingresos procedentes del Canon por el aprovechamiento de aguas continentales para la producción de energía eléctrica (-43,9%), afectado por la sequía de 2017 (ejercicio que fue liquidado en 2018) y a pesar del aumento del tipo que entró en vigor en 2018.