2. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
En 2018 los ingresos tributarios por el IRPF se elevaron hasta los 82.859 millones de euros, un 7,6% más que en 2017. Las causas principales del crecimiento fueron dos: el aumento de las retenciones del trabajo y los buenos resultados en la declaración anual, aunque otras partidas, como los pagos fraccionados y las retenciones por rentas del capital, también registraron incrementos significativos. El crecimiento se vio limitado por la ampliación, desde julio, de la reducción por rendimientos del trabajo, que supuso una disminución de las retenciones para las rentas más bajas, y por las devoluciones ligadas a la prestación por maternidad, que se comenzaron a pagar tras la sentencia del Tribunal Supremo en octubre declarando exentas estas rentas.
En 2018 las rentas brutas de los hogares crecieron un 5,2%, más de un punto por encima del crecimiento registrado en 2017. Todos los componentes crecieron de forma significativa (el 5% o más), salvo las ganancias patrimoniales que además sufrieron una fuerte corrección respecto al elevado incremento que habían registrado en 2017. Lo característico de la evolución a lo largo del año fue el impulso que recibieron las rentas en la segunda parte del mismo, tras las subidas de salarios y pensiones públicas aprobadas con el Presupuesto. Así, si en la primera mitad del año las rentas de los hogares crecían a un ritmo del 4,7% (prolongando la tendencia creciente que se había empezado a notar desde mediados de 2017), en la segunda el crecimiento se elevó hasta el 5,6%.
Las rentas del trabajo, que son el componente de mayor peso dentro de las rentas de los hogares, aumentaron un 5% frente al 3,6% del año anterior. Dentro de ellas, la masa salarial creció un 5,4%, un punto más que en 2017. A diferencia de años anteriores, el mayor crecimiento se debió a la mejora del salario medio que permitió compensar el menor ritmo de creación de empleo. El salario medio había dado muestras de recuperación en la última parte de 2017 y en 2018 la tendencia se consolidó, especialmente a partir de julio cuando se sumó a la subida del sector privado la de los empleados públicos. Con los incrementos registrados en 2018 el salario medio resulta ser ligeramente superior al observado en 2009 que era, hasta el momento, el máximo histórico.
El otro componente de importancia dentro de las rentas del trabajo es la masa de pensiones que en 2018 creció un 4,4%, casi dos puntos más que en 2017. Es el mayor aumento desde 2011. Dada la estabilidad del crecimiento de la población (desde 2007 no se ha desviado mucho del 1,1% anual), la evolución de la masa de pensiones la marca el incremento de la pensión media y ésta varía bien por la actualización de las pensiones que se aprueba para cada año, bien por el deslizamiento al alza que se produce al incorporarse a la población nuevos pensionistas con pensiones más altas (también influye, de modo marginal, el comportamiento que tengan en cada año las pensiones privadas, como sucedió en 2016 y 2017). La entrada de nuevos pensionistas fue la responsable de prácticamente todo el aumento de la pensión media en los últimos años, cerca de un 2% de media anual entre 2014 y 2017. En 2018 a este factor se añadieron las subidas aprobadas junto con los Presupuestos, lo que hizo que el crecimiento de la pensión media se acelerara hasta el 3,2%.
Las rentas del capital (mobiliario, arrendamientos y ganancias patrimoniales) crecieron un 5,6%, por debajo del 9,4% de 2017 (Cuadros 2.1, 2.4, 2.5 y 2.6). La desaceleración se produjo por el comportamiento de las ganancias patrimoniales, que en 2017 aumentaron un 29,5% y en 2018 tan solo un 2,7%. Esta evolución está vinculada a la que siguieron las ganancias en fondos de inversión, relacionadas, a su vez, con la situación de los mercados secundarios de valores que alcanzaron un máximo en 2017 y experimentaron un notable descenso en 2018. Aparte de esto, la novedad fue la recuperación de las rentas de capital mobiliario. Estas rentas habían estado disminuyendo casi sin interrupción desde comienzos de 2012, tendencia que se rompió en los meses centrales de 2018 en los que se registró un crecimiento del 9%. En el último trimestre la mejora se confirmó y acentuó. La causa principal de la recuperación fue el aumento de los dividendos y de las rentas procedentes de títulos de deuda privada (en 2018 los intereses de cuentas continuaron cayendo; esta vez un 30%). En el caso de los dividendos la mejora fue aún mayor al producirse en los meses finales del año un adelantamiento del reparto de beneficios para evitar el cambio en la tributación de las rentas del ahorro superiores a 140 mil euros que estaba previsto en el proyecto de Presupuestos para 2019.
Por último, las rentas empresariales crecieron un 7,6% (6,2% en 2017). Se estima que el número de empresarios y profesionales aumentó al mismo ritmo que en 2017 (1,9%), de manera que el incremento de la renta media fue algo superior al del año pasado. Con este resultado, y tras seis años consecutivos de subidas, la renta media está en un nivel cercano al conseguido en los años previos a la crisis.
El tipo efectivo sobre las rentas brutas de los hogares fue prácticamente igual al de 2017 (Cuadro 2.1), aunque hubo varios hechos que afectaron al mismo. Por una parte, subió el tipo medio de retención en salarios y pensiones (Cuadro 2.3). En los salarios el crecimiento fue del 1%, en contraste con la práctica estabilidad de los dos años anteriores. Detrás de la subida está el incremento de los salarios medios (también a diferencia de los años previos) y el consiguiente aumento del tipo medio de retención. En las pensiones el crecimiento del tipo fue del 2,2%. Hay que recordar que el tipo efectivo de las pensiones sube sistemáticamente al incorporarse al sistema pensionistas con pensión media superior. No obstante, las subidas del tipo medio tanto en salarios como en pensiones fueron menores de lo que hubiesen sido en ausencia de cambios normativos como el que se produjo tras la aprobación de los Presupuestos, cuando entró en vigor la ampliación de la reducción por rendimientos del trabajo. Este cambio supuso el descenso del tipo en los salarios y las pensiones de los tramos más bajos y limitó con ello el aumento de los tipos de retención. Por otra parte, también con el Presupuesto, se aprobaron nuevas deducciones familiares. El impacto completo de estas nuevas deducciones sobre el tipo medio solo se verá cuando se presente la declaración anual de 2018 (la ampliación de las antiguas deducciones familiares solo tuvo un pequeño efecto en las deducciones anticipadas y otras, como los gastos de guardería, solo es posible aplicarlas en dicha declaración anual). Estas deducciones compensan la subida de tipos de salarios y pensiones y de ahí la estabilidad observada en los tipos efectivos en 2018.
El IRPF devengado creció en 2018 un 5,3%, por debajo del 6,2% del año anterior (Cuadro 2.1). Dada la estabilidad del tipo efectivo, el crecimiento obedeció exclusivamente a la evolución de las rentas. El menor aumento en comparación con 2017 es consecuencia del impacto negativo de las deducciones familiares que se acaba de señalar. Sin éstas ni la cuota diferencial, el impuesto devengado creció un 6,3%, casi dos puntos más que en 2017.
El principal componente del impuesto, las retenciones sobre las rentas del trabajo, creció un 6,5%, con un aumento similar en los salarios y del 6,7% en las retenciones sobre pensiones (Cuadro 2.3). En los salarios el aumento del salario y del tipo medio permitió compensar el menor ritmo de creación de empleo. En las pensiones el crecimiento de las retenciones se comportó de forma relativamente estable durante todo el año, aunque con una composición diferente antes y después de la subida de las pensiones medias y de la rebaja de retenciones: las rentas crecieron cerca del 3% antes de la subida y casi el 5% después, mientras que el tipo efectivo subió un 3% antes y un 1,4% con posterioridad a la reducción de las retenciones.
En el resto de conceptos, destacaron, por sus elevados crecimientos, las retenciones sobre rentas de capital mobiliario (8,5%) y los pagos y retenciones sobre los rendimientos empresariales (7,4%), y, por sus descensos, las retenciones sobre ganancias patrimoniales derivadas de fondos de inversión (-21,1%) y el gravamen sobre premios de loterías (-17%). Este último estuvo afectado por cambios normativos (el límite exento se elevó de 2.500 a 10.000 euros), pero con un impacto mínimo en los ingresos.
Como se ha visto, los ingresos tributarios crecieron un 7,6%. La diferencia entre este crecimiento y el del impuesto devengado (5,3%) se produce por el momento en el que se registra la declaración anual: en los ingresos figuran los resultados de la declaración del ejercicio anterior (en 2018, la de 2017), mientras que en el impuesto devengado es la del mismo año. La divergencia es tan acusada en 2018 por el distinto comportamiento de una y otra. En 2017 el resultado fue menos negativo que el año anterior (de manera que aportó casi 1.000 millones de euros al crecimiento de la recaudación) y en 2018, en cambio, empeorará debido al impacto de las deducciones familiares.
Las causas principales del crecimiento de los ingresos tributarios fueron el aumento de las retenciones del trabajo y los buenos resultados en la declaración anual. Las retenciones del trabajo y actividades profesionales crecieron un 6,5% en 2018, con un aumento de un 7% en el sector privado y del 5,8% en las retenciones sobre los salarios y pensiones pagadas por las AA.PP. La dinámica a lo largo del año en ambos sectores fue también diferente. En el sector privado el crecimiento fue perdiendo intensidad según avanzaba el año debido al menor ritmo en la creación de empleo. La tendencia se vio reforzada en la segunda parte del año al entrar en vigor la ampliación de la reducción por rendimientos del trabajo aprobada con los Presupuestos. La rebaja de retenciones en los salarios más bajos consecuencia de esta medida tuvo efecto especialmente en las pymes (en el tercer pago del año, el único afectado por la medida, el crecimiento de las retenciones de las pymes se redujo al 4,5% frente al promedio del 7,3% de los dos trimestres anteriores). En las AA.PP., en cambio, el crecimiento de las retenciones fue más intenso en la segunda parte del año tras la aprobación de las subidas de salarios y pensiones públicas. El año se cerró, como se ha dicho, con un aumento del 5,8% cuando el crecimiento hasta julio había sido del 4,5%, aunque parte de esa diferencia cabe atribuirla al pago de los atrasos en los primeros meses del segundo semestre..
La declaración anual (correspondiente al ejercicio 2017) aportó más de 1.000 millones al crecimiento del IRPF. Los ingresos brutos aumentaron un 11,3%, mientras que las devoluciones crecieron tan solo un 1,1%. Hay que señalar que en estas devoluciones están incluidos los 94 millones devueltos por la sentencia relativa a las prestaciones de maternidad, de manera que, sin ellas, las devoluciones realizadas hubiesen sido prácticamente las mismas que en 2017. También en ese año se vivió una situación parecida con los resultados de la declaración anual, con fuertes incrementos de los ingresos. Las razones son similares en uno y otro año: el elevado crecimiento en el ejercicio anterior de las rentas no sujetas por completo a retenciones y pagos a cuenta (rentas empresariales, inmobiliarias, ganancias patrimoniales) cuyo impuesto se liquida en la declaración anual. La única diferencia con respecto a 2017 habría sido el menor protagonismo en 2018 de las ganancias patrimoniales.
En cuanto a los otros componentes del impuesto, se debe destacar el aumento, por encima del 6%, de los pagos fraccionados y de las retenciones por rentas de capital mobiliario. En el lado negativo, se debe mencionar la reducción del 20% en las retenciones por ganancias patrimoniales en fondos de inversión y de casi el 13% en el gravamen sobre los premios de loterías.