3. El Impuesto sobre Sociedades
En 2018 los ingresos tributarios por el Impuesto sobre Sociedades crecieron hasta los 24.838 millones, un 7,3% más de lo recaudado en 2017. Los pagos fraccionados, que son el principal componente del impuesto, crecieron un 11,7% (en especial en los grupos consolidados) por la buena marcha de los beneficios y el mayor peso del pago mínimo dentro de dichos pagos. El crecimiento del impuesto se vio frenado por el aumento de las devoluciones, tanto las de la declaración anual de las campañas liquidadas en el año, como las procedentes de actuaciones de control.
Se estima que la base imponible consolidada del Impuesto sobre Sociedades creció en 2018 un 12,8%, aumento prácticamente igual al que se prevé para los beneficios (12,9%). En ambos casos se superan los registros de 2017 (7,3% y 9,9%, respectivamente) (Cuadro 3.1). La previsión se hace en función de los pagos fraccionados declarados por parte de las Grandes Empresas y grupos fiscales que son los contribuyentes obligados a ingresar pagos a cuenta por los beneficios obtenidos a lo largo del año. Del análisis de estos pagos (Cuadro 3.2) se concluye que la mejora que se observó en los mismos se concentró en unos pocos grupos consolidados, mientras que en el resto de empresas los beneficios se fueron moderando según avanzaba el año.
Como se señalaba en el informe del año pasado, en estos años se estaba culminando el proceso de recuperación de los beneficios tras la crisis que comenzó en 2008, además con una conformación de ese beneficio muy distinta (con más parte real y menos financiera) de la que se observaba en los años 2006 y 2007 (Cuadro 8.4). Con la información disponible, en 2017 ya se habría alcanzado el nivel de beneficios máximo que se había logrado en 2007, y en 2018 se habría superado. Esto, como también se señaló entonces, no suponía que se recuperaran con la misma intensidad la base imponible y el impuesto, como se puede comprobar en los Cuadros 3.1 y 8.5 y muestra el Gráfico 3.1.
Se estima que el tipo efectivo del Impuesto sobre Sociedades aumentó en 2018 un 2% (Cuadro 3.1). No hubo cambios normativos, de manera que la variación se debe a los efectos composición (las bases de las empresas con mayor tipo efectivo crecen más).
Se prevé que el Impuesto sobre Sociedades devengado crezca en 2018 un 15,1% (11,1% sin la cuota diferencial que se presentará en julio; Cuadro 3.1). De los 3.200 millones adicionales que supone este crecimiento, cerca del 80% corresponde a los pagos fraccionados y el resto procede de la menor cuota diferencial negativa y del aumento de las retenciones de capital mobiliario.
El componente principal del impuesto son los pagos fraccionados que crecieron un 11,9% en 2018. El comportamiento de estos pagos fue muy distinto en los diferentes colectivos de contribuyentes (Cuadro 3.2). En las Grandes Empresas y grupos consolidados, que tributan de acuerdo a sus beneficios, el aumento de los pagos alcanzó el 13,5% (18,3% en grupos y 5,4% en las empresas no pertenecientes a grupos), muy por encima de lo conseguido en 2017. La mejora se produjo de forma muy concentrada en los grupos (Gráfico 3.2) y, en particular, en un número reducido de los mismos; en el resto de empresas el crecimiento de 2018 fue inferior al de 2017. Hay que destacar, además, el aumento de la aportación del pago mínimo. Por su parte, los pagos en las pymes (que tributan según la última cuota anual presentada) crecieron un 2,3%, lo que supuso una fuerte contracción respecto al crecimiento de los tres años anteriores.
Como se viene señalando en los últimos años, el hecho de que el pago fraccionado en las Grandes empresas y grupos tenga un pago mínimo en función del resultado contable tiene implicaciones en la forma en que se ingresa el impuesto (más pagos fraccionados y cuota diferencial negativa; Gráfico 3.3) y en el importe de las solicitudes de devolución (cuanto mayor es la aportación de ese pago, mayor tienden a ser las solicitudes de devolución; Gráfico 3.4). Y todo ello afecta al ajuste entre devengo y caja (los pagos se ingresan el año del devengo, pero las devoluciones se solicitan al año siguiente y se pagan entre ese año y el posterior), ajuste que, de forma agregada para todo el impuesto, figura en el penúltimo bloque del Gráfico 3.5.
Los ingresos tributarios crecieron un 7,3% (Cuadro 3.1). Una diferencia tan abultada con el crecimiento del impuesto devengado se explica, aparte de por las diferencias conceptuales habituales, por el adelantamiento del ritmo de realización de las devoluciones que se produjo en 2018 con respecto al año anterior. Si se corrige ese elemento, el crecimiento de los ingresos sería del 12,8%, cifra más próxima al devengo.
De esto y del análisis del impuesto devengado, se deduce que los dos elementos que determinaron la trayectoria del impuesto en 2018 fueron los elevados crecimientos de los pagos fraccionados (11,7%; Cuadro 3.2) y de las devoluciones (14,1%; Cuadro 7.2), los primeros vinculados mayoritariamente al comportamiento de los beneficios en 2018 y las segundas ligadas a las declaraciones y liquidaciones de años anteriores. Respecto a estas últimas, hay tres razones que explican un crecimiento tan elevado en 2018: el fuerte incremento que se dio en las devoluciones solicitadas de la campaña de 2016, la mayor parte de las cuales se hicieron en los primeros meses de 2018 (Cuadro 3.3); el adelanto en el ritmo de realización de las devoluciones correspondientes al ejercicio 2017 (solicitadas a partir de julio de 2018 y cuyo importe fue aproximadamente el mismo que en el año anterior) (Cuadro 3.3); y el aumento de las devoluciones derivadas de las liquidaciones practicadas por la Administración (Cuadro 7.2).