Resumen
En 2019 los ingresos tributarios se elevaron hasta los 212.808 millones de euros, un 2% más que en 2018.
En el año destacó, entre otros factores, el impacto de las medidas normativas y de gestión que supusieron una reducción de ingresos de cerca de 3.800 millones (casi el 70% por devoluciones extraordinarias al margen de la evolución de bases e impuestos). Sin este impacto los ingresos hubieran aumentado un 3,8%.
La situación económica en 2019 se caracterizó por la progresiva desaceleración de la actividad. Los indicadores reales (PIB, empleo) fueron moderando su crecimiento interanual según avanzaba el año, como también lo hicieron los indicadores obtenidos de la información fiscal (ventas totales deflactadas y número de perceptores de salarios en las Grandes Empresas y en las pymes societarias); en este caso se observó además que la desaceleración se frenaba en los meses centrales del año y se acentuaba en la parte final. En términos nominales, aunque el PIB mantuvo un crecimiento estable a lo largo del año, la demanda interna, que es el agregado macroeconómico con más relación con los ingresos, mostró también un perfil a la baja, parecido a la trayectoria de las ventas, con alto crecimiento en los primeros compases del año, más moderados en el semestre central y con una nueva desaceleración en el trimestre final. La remuneración de asalariados fue la única variable con un comportamiento más expansivo que en años anteriores gracias a las subidas salariales.
Las bases imponibles de los principales impuestos reflejaron en 2019 la desaceleración del gasto y el dinamismo de las rentas procedentes de salarios y pensiones. El crecimiento en el conjunto del año fue del 4%, casi dos puntos menos que en 2018. En el gasto, la desaceleración fue más intensa que la experimentada por la demanda interna debido a la mayor influencia que tienen en las bases las variaciones de los precios energéticos, con un crecimiento muy inferior en 2019 al registrado en 2018. En las rentas, el dinamismo de las vinculadas a los hogares se vio parcialmente compensado por el pequeño crecimiento de la base imponible del Impuesto sobre Sociedades.
A la evolución de la actividad económica y de las bases, hay que añadir, como se ha dicho, el significativo impacto que tuvieron las medidas normativas y de gestión vigentes en 2019. Cabe destacar tres de ellas: la consideración de las prestaciones por maternidad como renta exenta, lo que supuso más de 1.600 millones de menores ingresos tanto por las devoluciones del período 2014-2017 como por los ajustes de las retenciones en 2019 y en la declaración anual de 2018; las medidas que entraron en vigor tras la aprobación de los Presupuestos de 2018 que implicaban la reducción de las retenciones para las rentas más bajas (pensionistas y trabajadores de las pymes, fundamentalmente) y la ampliación de las deducciones familiares (en conjunto más de 1.100 millones); y la existencia de devoluciones extraordinarias en el Impuesto sobre Sociedades (derivadas de sentencias judiciales y de los abonos por los DTA) por importe de más de 1.200 millones.
Dada la evolución de la actividad económica y de las bases, junto con los impactos negativos de los cambios normativos y de gestión, los ingresos tributarios crecieron un 2%. La recaudación por IRPF se incrementó un 4,9%. Esta figura es la más afectada por los cambios normativos y de gestión en 2019. Si se corrige esta pérdida de ingresos, el crecimiento hubiese sido del 8,2%. Prácticamente todo el crecimiento se explica por el incremento de las retenciones y por los resultados de la declaración anual. En el Impuesto sobre Sociedades los ingresos disminuyeron un 4,4% (+0,4% si se eliminan las devoluciones extraordinarias). Junto con estas devoluciones, el hecho más destacado fue el descenso de los pagos fraccionados consecuencia, en parte, del elevado aumento que se produjo en 2018 y que se concentró en un pequeño grupo de grandes empresas. La caída quedó amortiguada por el crecimiento de los ingresos de la declaración anual y por el menor importe de las devoluciones realizadas. Los ingresos por IVA crecieron un 1,9%, crecimiento que se fue moderando a lo largo del año, en línea con la evolución de las ventas y de la inflación. Los ingresos por Impuestos Especiales crecieron un 4,1%, pero solo por la inclusión de la antigua tarifa autonómica en la tarifa especial del Impuesto sobre Hidrocarburos. Sin esta aportación, los ingresos habrían disminuido.