3.2.1. Evolución de ingresos por Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
Los ingresos por IRPF crecieron en 2021 un 7,5 por ciento. Hay que recordar que este impuesto creció también en 2020 (1,2 por ciento) gracias, sobre todo, a los salarios públicos, a las pensiones, a las políticas de sostenimiento de rentas (prestaciones por desempleo, transferencias por ERTE, ayudas a los autónomos) y a las medidas fiscales de apoyo a las pymes. Es por este crecimiento en 2020, al que se añade el de este año, que la cifra de ingresos en 2021 es un 8,8% superior a la de 2019 y es el crecimiento de este impuesto el que explica la mayor parte del aumento de la recaudación total respecto a aquel año.
El crecimiento en 2021 se basó en cuatro elementos: el aumento de las retenciones del trabajo (en particular de las pymes), la disminución de las devoluciones (incluida la Asignación a la Iglesia Católica, cuya liquidación de 2019 se adelantó a diciembre de 2020), el crecimiento de los pagos fraccionados de las empresas personales y el excepcional incremento de las retenciones sobre las ganancias patrimoniales en fondos de inversión.
En 2021 los ingresos por retenciones sobre rendimientos del trabajo y actividades económicas crecieron un 6,1% (7,7% respecto a 2019). El aumento fue parejo en el sector privado y en el público (7% y 6,8% respectivamente), aunque hay que tener en cuenta que en las Administraciones Públicas el año pasado fue también de crecimiento y que parte de las retenciones del sector privado en 2020 se contabilizaron en el resto de ingresos al estar afectados por los aplazamientos propiciados por las medidas fiscales para paliar la situación de falta de actividad de las empresas (si se suman esos importes en 2020 el incremento en el sector privado se reduciría un punto y medio).
Dentro del sector privado el mayor crecimiento se observó en las pymes cuyos ingresos por retenciones crecieron un 14,7% frente al 3,6% de las Grandes Empresas. Estas últimas no llegaron a caer en 2020 por la existencia de algunos ingresos extraordinarios y eso hizo que en 2021 la tasa no fuera muy elevada. En cualquier caso, en comparación con 2019, las pymes también recuperaron su posición con más intensidad que las Grandes Empresas (+5,4% en las primeras, +4,4% en las segundas). En esta comparación con 2019 hay que introducir el factor del cambio sectorial que se ha producido en los dos últimos años, reduciéndose la importancia de actividades con salarios y tipos efectivos más pequeños que la media. Este factor ha supuesto un crecimiento del tipo de retención y, en consecuencia, que las retenciones superen el nivel de hace dos años, pese a que la masa salarial del sector privado no haya alcanzado todavía las cifras de 2019.
En los ingresos por retenciones de las Administraciones Públicas, los procedentes de salarios crecieron un 6,6% y los de pensiones un 7,2%; en el primer caso por debajo de 2020 y, en el segundo, al contrario. En los salarios el año comenzó con un ritmo de crecimiento alto, similar al que se había observado después del verano de 2020 como consecuencia de las contrataciones en sanidad y educación. Este impacto (y otro similar derivado de la regularización retributiva de los cuerpos de seguridad) se fue difuminando según transcurrían los meses y, salvo algún incremento ocasional, la tendencia fue de moderación. A diferencia de 2020, en el que el crecimiento se produjo a pesar de la caída del empleo en las Corporaciones Locales y en la Administración Central, en 2021 el resultado final del año se debió, sobre todo, precisamente al aumento del empleo, que además hizo que se moderasen las subidas salariales y el tipo efectivo. En las pensiones, en cambio, la pauta fue de relativa estabilidad a lo largo del año, con aumentos en el entorno del 7,1% desde marzo, distribuidos de manera equilibrada entre el incremento de la masa de pensiones y del tipo.
El segundo elemento que permitió el avance de los ingresos fue la disminución de las devoluciones realizadas. Como se tratará en el siguiente apartado, las devoluciones ligadas a la declaración anual disminuyeron un 4,6%. A esto se suma el hecho de que también estuvo fuera del patrón normal la forma en que se realizó la liquidación anual de la Asignación a la Iglesia Católica. Esa liquidación se suele hacer en enero por los saldos pendientes de la declaración de dos años antes. Sin embargo, la correspondiente a 2019, que se debería haber pagado en enero de 2021, se adelantó a diciembre de 2020. La consecuencia fue que en 2021 los importes por este concepto fueron menores que los de 2020 y, por lo tanto, su impacto negativo sobre los ingresos también.
En línea con lo comentado en otros lugares de este informe, los elevados crecimientos en las pymes también se reflejaron en un notable incremento de los pagos fraccionados de las empresas personales: un 17,4% respecto a 2020 y un 5,7% por encima de 2019. Los pagos estuvieron afectados por varias medidas normativas en 2020 y 2021 (véase el Cuadro de impactos), aunque la de mayor impacto (el aumento de la reducción general aprobada a finales de 2020) tuvo efecto en la declaración anual (de hecho, el descenso de los ingresos en esta fue prácticamente del mismo importe que el impacto estimado de dicha medida).
El último elemento a destacar en 2021 fue el excepcional crecimiento de las retenciones derivadas de las ganancias patrimoniales en fondos de inversión. En 2020 no habían tenido malos resultados (fueron las únicas retenciones sobre rentas del capital que no cayeron, incluso subieron cerca de un 12%), pero en 2021 su incremento fue extraordinario: un 86,2%. Nunca antes se había alcanzado un nivel como el de 2021 (1.052 millones). Hasta no conocer el detalle de las operaciones realizadas (solo se dispone del dato agregado declarado por cada entidad) no se puede saber cuáles fueron las razones de este peculiar comportamiento. En las otras retenciones sobre el capital, la situación no fue tan favorable. En las retenciones sobre rentas del capital mobiliario se registró un crecimiento del 7,4%, insuficiente para compensar la fuerte caída de 2020 (-20%), de manera que los ingresos siguen más de un 14% por debajo de los obtenidos en 2019. Y algo parecido se puede decir de las retenciones por arrendamientos; en 2021 se situaron prácticamente al nivel de 2020 y, por lo tanto, sus ingresos se mantienen alejados de los de 2019 (-7,6%).
Evolución de ingresos por Impuesto sobre Sociedades
Los ingresos del Impuesto sobre Sociedades aumentaron en el año 2021 un 67,9%. Este es uno de los casos en los que la tasa de 2021 puede no dar una idea correcta de lo que fue el año, al compararse con un 2020 en el que la caída fue muy abultada y no toda ella por razones económicas (recuérdese que, del 33,2% de descenso, alrededor de 10 puntos se explicaban por la gestión de las devoluciones). Por ello, es mejor hacer las comparaciones con 2019. En tal caso se concluye que la recaudación de 2021 fue un 12,2% más alta que la de ese año. Hay que tener en cuenta también que en 2021 se produjeron un par de operaciones societarias que aportaron unos 2.000 millones de ingresos adicionales no ligados a la evolución normal de los beneficios. En cualquier caso, incluso sin contar estos atípicos, la recaudación continuaría siendo superior a la de dos años antes (+3,8%).
La mayor parte del crecimiento del impuesto en 2021 se explica por la evolución de los pagos fraccionados. Los pagos aumentaron en 2021 un 53,4% (-26,9% en 2020). La cifra final de pagos es un 12,1% mayor que en 2019 (+3,1% si se tienen en cuenta los atípicos comentados). El perfil en el año es el reflejo de lo que sucedió en 2020, en el que las semanas iniciales de confinamiento tuvieron un fuerte impacto en el primer pago y el segundo recogió la mayor parte de la interrupción de la actividad. De ahí los fuertes crecimientos del primer y segundo pago en 2021 y el más moderado del tercero. El crecimiento de la base imponible, que es el que está detrás del comportamiento de los pagos, fue algo menor en las Grandes Empresas y grupos, un 36,9%. La diferencia con el incremento de los pagos se debe al mayor peso dentro de los ingresos del pago mínimo (que se calcula sobre el resultado contable y no sobre la base) como consecuencia del fuerte aumento de los beneficios (73,9%, 54,9% si se restan las dos operaciones mencionadas).
Por tipo de contribuyente, los mayores incrementos se observaron en los grupos (incluso sin extraordinarios) que casi duplicaron los ingresos de 2020, aunque también fueron los que mayor caída registraron entonces. En comparación con 2019 y depurados, los pagos serían un 3,4% mayores que los de aquel año. Sus beneficios aumentaron más del doble (110,1%), aunque sin las operaciones extraordinarias habrían crecido un 74,4% y estarían a la altura de los de 2019. En las Grandes Empresas los pagos crecieron un 22,3% (+4,7% más que en 2019), aproximadamente lo mismo que su base imponible y unos 10 puntos menos que los beneficios, que fueron además algo superiores a los de 2019. En las pymes el crecimiento fue del 9,2%. Hay que recordar que parte de esos pagos no están vinculados a los beneficios, sino que se calculan con la cuota del año anterior, en este caso del 2020 y, por ello, apenas crecieron (en este grupo subieron en el primer pago, pero disminuyeron a partir del segundo cuando se empezaron a calcular con la declaración de 2020 presentada en julio). En el resto de las pymes, las que pagan de acuerdo al beneficio del período, los pagos aumentaron cerca del 40%.
Otra parte del crecimiento del impuesto fue consecuencia de las menores devoluciones realizadas como se pondrá de manifiesto en el apartado de devoluciones. Este efecto positivo de la disminución de las devoluciones se vio compensado ligeramente por los ingresos brutos de la declaración anual que, al tratarse del ejercicio 2020, mostraron un descenso del 6,7%.